Tomar este proceso de salud-enfermedad como un continuo implica abordar al ser humano en su complejidad, tomando aspectos biológicos, psicológicos y sociales sin quedarnos en un reduccionismo dicotómico en donde sólo se aborda lo psicológico, lo social o lo biológico por separado,sino que se intenta justamente lo contario, es decir, interrelacionar los diferentes niveles de análisis. Puesto que cuando nos posicionamos frente a un ser humano vemos estos tres niveles interactuando reciprocamente para dar lugar a ese sujeto en situación.
Cabe remarcar a su vez que debido a las grandes luchas de poderes entre las disciplinas a lo largo de la historia muchas veces nos quedamos con el concepto de que medicina es un sinónimo de salud, lo que es un grave error. Antiguamente los médicos entraban una vez por día a los hospicios pues éstos estaban en manos de personal religioso. Pero con el pasar del tiempo la medicina fue ganando espacio en el terreno sanitario hasta convertirse en una disciplina hegemónica y dominante a la hora de decirnos si estamos y /o somos o no sanos o enfermos.
Por ejemplo si tenemos un dolor de espalda y acudimos al médico quizás éste nos diga que tomemos un relajante muscular que se nos irá el dolor. Pero si te digo que ese dolor es causado por estrés debido a la complicada situación familiar y que por lo tanto por más relajante muscular que tomes ese dolor no cesará hasta que se dilucide y resuelva el conflicto familiar. O si por otro lado te digo que como estás viviendo en una sociedad en donde lo factible es que sucedan este tipo de cuadros puesto que las condiciones lo habilitan. Tres respuestas a un mismo dolor, por lo tanto es importante pensar y pensarnos como seres en continuo movimiento, cambio, en donde uno no es ni sólo enfermo ni sólo sano.
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